Raíz al aire
sobre los mares de las sábanas y los mapas de las goteras.
Su follaje, la noche misma. Un río lo cruzaba
como inmensa bofetada de luz.
No hay destierro. Sueño a sueño la vida
en el alba eleva todavía
su leal insignia de invisible púrpura,
y precede mi amor a la esperanza.
Con sed enamorada y dulce pólvora,
el día es la sin fin albura de la harina
y miel se hizo la ira y música el dolor.
Allá en mi Antigua,
donde mi niñez corrió con el agua
de la fuente, en donde me engendraron
mis padres jóvenes.
Tú, padre mío,
cantando en tu girasol de soles,
cantando en tu caracol de trigo.
Mi madre te sonríe entre las flores,
quemándose las manos con geranios.
Polen, cal de los huesos, levadura,
quiero hablar en voz baja, a tu oído,
para que no sepas si te beso o madura
calla mi voz disuelta en un suspiro.
Poesía, reino de verdad práctica,
total sirena, crisantemo y pan.
Amo: soy dueño de la realidad,
y por ello no sueño, hago soñar.
Mi pueblo, mi pueblo mío,
tu olor de tierra mojada,
de caoba y de pan fresco.
¡Oh picaflor de bengalas!
De tu recuerdo yo vivo
y muero por tu recuerdo.
En su cantata el agua
deja su verdín y el alma.
Como nunca, yo quisiera hablar claro,
como clama el dolor del desterrado.
Una raíz no más con los ojos abiertos
en la mira del fusil y una aurora
en la garganta.
Amando, el corazón se encuentra con el mundo.
La poesía es la realidad misma:
el hombre se empina dentro de si,
con el canto se afirma.
No sé quejarme. Sutro
tu cielo pisoteado, tu azul de luto.
Escribo lo que vivo y vivo cuando canto:
mundo en vilo en mi voz.
La torre se hizo añicos,
y en el centro de su marfil nocturno
estabas tú, con la tierra de todos, i pueblo mío!,
bajo la luz de junio.
El río rueda su canción de peces,
de vocales celestes y nubes naufragadas.
Ni siquiera el agua puede olvidarla,
como el día no olvida el ausente lucero.
¡Oh! voz desnuda, ¡oh. voz rodada y pura,
amapola de luz crucificada.
El indio, como el aire.
Como raíz al aire.
Como rayo dormido.
Sólo un rumor guatemalteco
de pies descalzos
y ruidos peristálticos.
Como un huracán apuñalado por la espalda.
Como un polen que no puede posarse.
Como una noche que no acaba.
Como una terca miel nunca parida.
Como una súbita perpetua llaga.
Así suelo sentir tus ojos ciegos,
tu clara vida de sepulta agua
y desollada espiga,
el beso y la injuria de tu boca.
Pira de bronce y manta,
en tu mudez de espuma y de puños cerrados.
Sin tierra, desterrado, náufrago de hojas secas,
panal silvestre destrozado siempre.
Pueblo solar de alondras y tiranos,
suave de musgo y vírgenes entrañas;
de arcos desplomándose siempre,
y siempre renacientes.
Alguien corta las manos,
ciega los manantiales
y condena las puertas.
Alguien siempre empuja
y pone al campo cercas
y alambradas de púas.
Alguien saca los ojos,
viola la luz y derrama el tintero.
Alguien grita "¡no!" echando cerrojos
de hollín sobre la nieve.
Alguien siempre, coronado de abortos,
se erige en rey de lastres y muñones
y pone agua en el vino, y nunca entiende.
¡Oh! dolor sordomudo, ola de piedra,
ya en tu cósmica noche de simiente
es un musgo el murmullo de mi boca.
Tu voz hendida ¡la de tus huesos y mis sueños!
¡Qué atrás de tu dolor se quedan las palabras!
¡Qué sílabas pequeñas para dolor tan grande!
México, junio, 1954.
Luis Cardoza y Aragón (Antigua, 1904 - Ciudad de México,1992)
Poesías completas y algunas prosas
Prólogo de Fernando Charry Lara
FCE, México, 1977.
2217 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
29-VI-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Reacciones a la selección previa:
Rigoberto González Nicolás: Comparto las palabras de Minerva Ortiz, profesora oaxaqueña, a propósito de la poesía de su paisana Irma Pineda (entrega 2216) “La poesía istmeña es sensual, sublime, atrevida, candorosa… ¿Las metáforas? ¡Increíbles! Ardientes y en apariencia ingenuas, amorosas. Muchas gracias por el envío de hoy y los de todos los días. Reciba un sendo abrazo. Por cierto, me estoy apropiando lentamente del lenguaje usado por los comentaristas, como eso de los “sendos abrazos”.
Maya López: Me encanta Adolfo Castañón, lleva con él la poesía, como si fuera su sombra: "los difuntos que duermen en nosotros"... dice en la entrega 2214, al comentar la poesía de José Carlos Becerra. Yya que llegamos a este poeta, cuán bellamente se desgrana el dolor de la orfandad madura en sus versos. Un tema que también trata magistralmente Ethel Krauze en Inevitable. Y ¿cómo dejar a un lado a esa otra gran poeta, Irma Pineda: “Un segundo bastará / para atrapar tu sonrisa entre mis labios / Para desprender mis redes de luz / y perseguir tu aura. /
Un segundo para que mi deseo / pueda traspasar tu cuerpo / Un segundo / para que toques mi sueño”
Gdñ: No conocía la poesía de esta linda mujer, Irma Pineda. Poesía zapoteca. Poesía de una de esas culturas que no pierden su relación con la Naturaleza. Acabo de leer otro poema de ella y dice que los árboles tienen sexo. Hice mi interpretación: lo femenino es la tierra y el árbol se planta en ella y juntos dan frutos.
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