El Mensajero
A Ti
Aquí estoy, en el escabroso suelo de tu ascenso.
A tu paso descalzo oigo el arado de tu Cruz surcando la tierra y sus guijarros.
Siento la cadencia de tu dolida agitación por el peso mortificado del madero que te oprime.
No lo veo, pero sé cómo es tu rostro tras la cortina de tu cabello que cual fúlgido palio pende sobre los eriales de tus mejillas llovidas en lágrimas y cansancio.
Mientras mi sangre palpita en las venas del madero, tus finas manos abrazan tu pasión y la llevan a cuestas contigo, mi Señor.
Tu paso
Desnudos los pies, las sandalias detrás y delante, tu paso: muescas etéreas sobre el polvo que van sembrando el sendero.
Ascenso que entume el peso, las pantorrillas y en los muslos, la fortaleza; en el viento tu respiro de jacarandas, brea y tierra seca que va vistiendo tu caricia en el suspiro amargo, que es dulce sonrisa en la rotunda entrega que rebalsa de angustia y de abandono. Alcanza tu paso de carne y sangre el sediento pináculo de su meta.
Erigida en elevación inaudita la Cruz, árbol de la vida con la impronta de tu cuerpo escrita.
Tu paso II
En el albo vestido
de tus pies,
Tu paso:
venas azules
sobre las piedras
que van tallando
de martirio
el sendero.
Ascenso.
Peso de siglos
que entume
pantorrillas y muslos,
la fortaleza;
en el aire
el quebranto
ahogado respiro
que es aliento
de iacarandas,
brea y tierra seca...
polvo que corona
del Gólgota
el sentido,
árida caricia
en el lastimado
suspiro
de tu esfuerzo
que rebalsa
angustia,
tristeza,
hueca soledad inaudita...
mientras la multitud
en jerigonza ininteligible
aúlla
en descarada indolencia
el infame ultraje
de la indiferencia.
Alejandra Atala (Cuernavaca, 1966)
Dos maneras de la luz
Editorial De otro tipo,
México, 2022
2221 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
3-VII-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Adolfo Castañón: Gracias por el envío en este primer domingo de julio (2220) correspondiente al día 2, con las Siete Divagaciones del pequeño filósofo, de Hernán Lavín Cerda. Lo de “Pequeño filósofo” recuerda a Azorín, que tiene un titulo que trae ese armónico. También evoca, en mi sentir, la sensibilidad de los filósofos taoístas, como Lao Tsé y Chuang Tsé, que por cierto acaban de ser reeditados en 2022, en La Pléiade, en dos tomos, en la traducción de Rémi Mathieu quien también los presenta y anota—para seguir con el cascabel del numero dos. ¿Será casual que la muestra presente siete, 7, “divagaciones” de este volador volado que es el poeta Lavín Cerda, lector de. Huidobro y de Vallejo, de Neruda y de Eliseo Diego, de. Onetti --ese otro poeta-- y de Lezama Lima; espectador de Cantinflas y de Charly Chaplin. En esta entrega de Hernán Lavín Cerda, como que se alarga y ensancha el motivo de la infancia que ya tocaba Luis Cardoza y que acaba de poner a subir y bajar Silvia Zenteno, Todo esto lo escribo con entonación de ave matutina para no interrumpir la alegre algarabía de las siete confesiones del pequeño filosofo, a quien saludo y haga una reverencia, al par que te agradezco, querido Felipe, este envío vacacional en más de un sentido. Saludos afectuosos
Rosana Romo: Hernán Lavín Cerda me hizo imaginar al abuelo que no conocí. Hubiera sido bueno conocer al abuelo Francisco Efrén que fue médico en el Hospital Civil de Guadalajara y en su pueblo natal. También presidente de no sé qué no sé cuantas veces. No conocí tampoco al abuelo Panpancho. Un hombre sencillo. con sombrero y ropa de campo. Les llevaba golosinas a mis hermanos mayores hasta que uno de ellos casi muere de asfixia. Dicen que eran buenos hombres. Me perdí la tierna mirada de un abuelo.
Ruth Levy: Guau, no conocía a Hernán Lavín Cerda. Disfruté una lectura súper inteligente y amena (no siempre van juntos estos atributos).
María Luisa Govela: ¡Gracias por las geniales divagaciones de Hernán Lavín Cerda! Un regalo dominguero ¡de lujo!
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