Lejos de ti
¿Qué haré lejos de ti, prenda del alma,
sin verte, sin oírte, sin hablarte?
En vano ¡ay! intentaré olvidarte,
Aunque sea imposible nuestro amor.
¿Cómo excluir la esencia de las flores?
¿Cómo privar al campo del rocío?
¿Cómo robarle su murmullo al río?
¿Cómo arrancar del alma una pasión?
Al ver que nos separa cruel destino,
mi bien, de que me olvides tengo miedo;
y el corazón me dice: "Ya no puedo,
no puedo mis angustias ocultar."
¿Cómo apagar la luz de las estrellas?
¿Ni quién el viento detener podría?
Así lejos de ti, paloma mía,
nadie podrá mis penas consolar.
Arcadio Zúñiga y Tejeda (Atoyac, 1858 - Colima, 1891)
La barca de oro
Yo ya me voy al puerto donde se halla
la barca de oro que debe conducirme.
Yo ya me voy. Sólo vengo a despedirme.
Adiós, mujer, adiós para siempre, adiós.
No volverán mis ojos a mirarte,
ni tus oídos escucharán mi canto.
Voy a aumentar los mares con mi llanto.
Adiós, mujer, adiós para siempre, adiós.
Arcadio Zúñiga y Tejeda (Atoyac, 1858 - Colima, 1891)
Hay unos ojos
Hay unos ojos que si me miran
hacen que mi alma tiemble de amor.
Son unos ojos tan primorosos
que ojos más bellos no he visto yo.
Ay quién pudiera mirarse en ellos,
ay quién pudiera mirarlos más,
gozando siempre con sus destellos
que ojos más lindos no he visto yo.
Y todos dicen que no te quiero,
que no te adoro con frenesí,
y yo les digo que mienten, mienten,
que hasta la vida daría por ti.
Arcadio Zúñiga y Tejeda (Atoyac, 1858 - Colima, 1891)
Dante Medina:
Arcadio Zúñiga y Tejeda,
poeta jalisciense
del siglo XIX. Antología
UdeG, Guadalajara, 1989.
2222 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
4-VII-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Bernardo Bátiz: Con Monterrey 18, vamos de asombro en asombro. Uno ha sido la cantidad de mujeres que escriben poesía; Blanca Luz, Irma, María, Silvia, Alejandra, Ya es un poema la lista.
Y la sorpresa de hoy. Las conmovedoras descripciones de la pasión de Cristo, nuestro salvador, en la voz conmovida y sabia de Alejandra Atala, joven madura de entre 50 y 60 años, nuestra contemporánea. Impecable, bella, dolorosa descripción de la subida al Gólgota, consentida por un Dios, por nosotros. Conmovedora; el polvo, las piedras, el esfuerzo, la sangre derramada para darnos la oportunidad; por ti y por mi amiga, amigos. Leer ese ascenso es conmovedor.
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