2241 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
4-VIII-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Valente torea en la Gloria
se fue, porque lo invitaron
a una corrida en el cielo;
sin su emoción nos quedamos.
En Peñolito, los toros,
como ya no los tentaba,
quedaron tristes y solos,
mucho extrañaban su capa.
La niña Salma bonita
estaba llorando a mares,
ni los ángeles podían
consolarla en sus pesares.
“Te lo pedimos prestado,
no te enojes con nosotros,
lo queremos ver torear,
también en la Gloria hay Toros."
La Virgen tuvo que hablar
con su madre, Doña Sonia:
"Te lo cuidaré muy bien
en mi casa, que es la Gloria".
Don Valente, bien bragado,
aunque estaba compungido,
se mordía fuerte los labios,
no soltaba ni un quejido.
Y nosotros,
los tristes aficionados
a la Fiesta Sol y Arena,
no podíamos comprender
el motivo de su ausencia.
En el ruedo de las plazas
un gran vacío nos quedó,
hoy nos faltan su alegría,
su duende y su gran valor.
Y allá arriba, la gran fiesta
recién iba a comenzar,
todo el cielo quería ver
el cartel tan especial.
San Pedro en la puerta estaba
recogiendo los boletos
que eran cachitos de cielo
y estrellas y luceros.
Los ángeles exclamaban
con cariño más que humano:
"Por fin veremos torear
al gran Valente Arellano!"
Y hasta la Virgen Morena,
en el palco principal,
no se quería perder
esa ocasión sin igual.
Cuando empezó la corrida
y se presento Valente,
se desbordo la alegría
en ovación imponente.
Fueron tantos los ¡Olés!,
el aplauso tue tan grande,
que hasta en México tembló
la plaza, como nunca antes.
Lo que entonces sucedió
en el ruedo angelical,
no lo puedo describir
con palabras de mortal.
Sólo les puedo decir
que al final de la corrida,
el Buen Dios, emocionado,
dictó esta nueva medida:
"Que lo prediquen los curas
y la Virgen del Consuelo:
los toreros desde hoy,
tan sólo por ser toreros,
ya tienen ganado el cielo!"
Y en lo alto de una nube,
los ángeles se asomaron
gritando hacia La Laguna:
"Ya no se lo regresamos!"
Y se quedó allá, emocionando,
al conjuro de su capa,
con los grandes alternando,
en aquella fiesta brava.
Pues ahí, frente a su abuelo,
en esa cita festiva,
el Maestro Don Fermín
confirmó su alternativa!
Con cariño muy taurino,
tal vez un poco insolente,
te compuse esos versillos
a ti, Matador Valente.
Por lo pronto yo seguiré,
de la vida, en su convite,
te volveré a ver torear
cuando Dios, a mí, me invite.
Manolo Sánchez Izquierdo
Campo bravo
Campo bravo, campo recio,
cuna y casa de bureles,
aquí se respira limpio,
aquí empiezan los laureles.
...los laureles que después
coronaran con la fama
al torero, al ganadero
y a tu tierra provinciana.
Campo bravo tan hermoso,
bajo tu cielo azulado,
qué placer es ver tu ruedo
con capas engalanado.
Ver pasar a las vaquillas
camino del tentadero
y alrededor de tu anillo,
prepararse a los toreros;
el ganadero a caballo,
con la puya en firme mano,
va tentando su bravura,
hablándoles como hermano:
¡mira vaquita chula,
acá estoy vaquita linda!
Y después, los aspirantes
a toreros afamados,
van disputándose el turno
con capotes remendados.
¡Qué emoción ver a Toñito
que aprestándose ahí, hincado,
blandiendo su capotito,
va a recibir al astado!
Campo bravo tan hermoso...
Y después de haber pasado
ya por tantas emociones,
recibir del caporal
campiranas atenciones;
sentados sobre una piedra,
compartir el pan y el vino
cual es comunión sagrada
que solo existe entre amigos.
Campo bravo tan hermoso….
Manolo Sánchez Izquierdo
Valente torea en la Gloria, y otros poemas
Federación Editorial Mexicana, Torreón, 1987
Dicen los lectores
Rigoberto González Nicolás: Unas palabras de Ulises Paniagua (1976), en “Resaca literaria”:
A últimas fechas entrar en una librería es como padecer una resaca tras la fiesta. Me veo llevando libros que no recordaba haber comprado, es decir, sin saber cómo ni cuándo los ejemplares viajan en mi bolsa. Juro por lo que más quiero que no recuerdo en qué momento los adquirí. Antier, por ejemplo, noté que no hallaba la sala de mi departamento bajo las pilas y pilas de obras que reuní en los últimos meses. Y lo que es peor, pude comprobar que coincidir con mi esposa en medio de un laberinto bibliófilo resulta un milagro. También detecté que para comunicarnos en casa, solemos gritar hasta quedar afónicos entre portadas de novelas, poemarios o enciclopedias. Ella está decidida a enviarme a un grupo de autoayuda, y si no existe un grupo de tipo literario, se ha impuesto la tarea de crearlo después de repetir mil veces "¡No debo comprar más libros!" "¡No debo comprar más libros!" Pienso que el asunto es terrible, pero no un crimen. He prometido ayunar textos, aunque el vicio de leer es delicioso y quisiera hacerlo. No prometo moderarme en la próxima visita a la librería". (Fotografía Librería de Viejo Regia. Calle Donceles, CdMx. AP). Buenas noches
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