Ir al contenido principal

#2246 - LABASTIDA: Ciudad bajo la lluvia | Ciudad y ríos | Ciudad y pájaros

 

2246 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
9-VIII-2023. Selección de Felipe Garrido. Y.G. 02
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA

Ciudad bajo la lluvia

Mira cómo, desde este exilio de cemento,
se extiende la ciudad, a nuestras plantas.
De aquí partían los mercaderes rumbo a España.
Mira el humo en aquellas azoteas,
el resplandor del sol en los tinacos,
aquellas sucias fábricas a plomo.
Mira el papel que cae
desde un alto edificio:
pájaro que ablandara sus alas.
Encabritadas garras afilando,
águilas junto al cielo se desploman.
En este oscuro cuarto
un pedazo de historia se fabrica;
en aquel otro, un hombre sueña con mujer
pero en su lecho sólo la luna
abraza sus muslos y su torso.
Huele la lluvia.
Mira cómo de la tierra asciende
ese pesado olor del protoplasma.
Mira caer cenizas, polvos y desgracias.
Mira cómo las lluvias obstruyeron
los albañales de los aledaños.
Mira cómo la lluvia cae sobre los pájaros
y cómo los hombres, trapos sacudidos,
oscilan por una ráfaga de viento,
a la luz de ese único relampago.
Su rostro es una bronca blasfemia.
Mira cómo el cielo resplandece en mitad de la noche,
cómo las estrellas se desgañitan de luz.
Mira cómo esta mugre tierra estalla
y trastorna su sol que la corteja
y corre luego entre pezuñas de asnos.
Vé cómo abandona la tierra estos lugares
dejando a ciertos hombres sin su antipoda,
colgados de sus dientes, al vacío.
Y el cielo desploma su ceniza,
la facilidad de la muerte.
Es la Ciudad de México,
que anuncia su verano.

Jaime Labastida


Ciudad y ríos

Bajo el puente Mirabeau corren el Sena
y nuestros amores.
Apollinaire
De la tranquilidad no queda ahora
más que el nombre.
Porque el aire se agita
en esta antigua ciudad
montada sobre el agua.
Aquí, donde antes era diario
el sonoro ejercicio de los remos,
donde se daban cita las aguas del deshielo,
no hay un rio,
ni siquiera un arroyo
con su puente de piedra.
En el puente (que no existe),
sobre turbias corrientes que no existen,
entonces yo diría:
pasan juntos
el agua y nuestros amores.
Pero aquí hay sólo arterias de color oscuro
en las que apresurados niños
escapan a las ruedas de la muerte;
más rápidos entonces que la muerte.
El humo de los carros asfixia a los amantes,
Aquí las palabras de amor deben ser gritos,
porque el estrepito de trenes
oprime la emoción.
No hay sitio para el amor pequeño.
No se puede decir:
pasan el agua del río
y nuestros amores, no.
Pasa el humo, los hombres vociteran;
pasan descalzas avenidas,
tu espalda definitiva,
definitivamente espalda tu última mirada
y el ruido y el alcohol y odiamos.

Jaime Labastida


Ciudad y pájaros

Estruendo de humo y trenes.
Edificios que giran en su exacto equilibrio.
Pequeño sol agónico, apenas un recuerdo.
Máquinas que danzan
a una velocidad domesticada por la mano.
Trópico que la altura y la ciudad amancebaron.
y jardines,
jaulas donde encerramos nísperos,
dalias o nogales:
extranieros en la ciudad de cemento.
Y árboles,
como bestias amarradas a su pesebre.
Y el toro,
que fue herido por la purísima mano del maestro,
hace la última rumia de su sangre y se desploma.
Y es también imposible, inexplicable casi,
el olor de las fresas
junto a los tanques de la gasolina.
Y también, en el centro de esta perfecta arquitectura,
canta un pájaro:
un tenómeno extraño que agujerea los ruidos.
Los edificios silencian de súbito
su estructura de relámpagos aéreos.
Y el canto del zenzontle
prosigue asesinando
el ruido natural de la ciudad
e introduce un olor que el tacto paladea
un color que viene de la infancia
y que el oído toca
triturado alcatraz.
geometría rigurosa:
edificio de vidrios y sonido
que en el humeante asfalto se nos queda.

Jaime Labastida (Los Mochis, 1939)
Ocupación de la palabra
J. Bañuelos, O. Oliva, J.A. Shelley,
E. Zepeda, J, Labastida
FCE, México, 1965

Comentarios

Entradas populares de este blog

#2039 - MISTRAL: El establo | Romance de Nochebuena