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#2235 - DENIZ: Samsara | Ignorancia | Acertijo

  Esta vez comenzamos con una explicación: […] En Gerardo Deniz es tan importante la música de las palabras, que donde se abra este libro aguarda el lenguaje en día de fiesta, con sus violines y sus trombones, interpretando una partitura que si bien puede abundar en rarezas, nos proporciona una experiencia única, que difícilmente conocíamos con anterioridad. Y es muy posible que esa experiencia nos enriquezca, lo cual, en tiempos de incertidumbre generalizada --artística, pero también política, moral, etcétera--, no podemos sino considerar como un obsequio. ¿En qué consisten esas rarezas? Críticos de lo más sesudo han respondido a esta pregunta. Según nos dicen, no es nueva ni extraña en la literatura de todas las lenguas la capacidad de producir obras (raras si se quiere) que tienden a la dificultad en determinados momentos de su evolución. Eso se debe a un sentimiento alojado en el corazón mismo de su tiempo, que encarna en algunos de sus autores, y los hace "oscurecer

#2234 - NAVA: Corazón de la tarde | El sediento

  Corazón de la tarde Corazón amoroso de la tarde, intemporal, perfecto. Alzado en la colina del viento te saludo. Y eres tal vez el eco de un mediodía sin lluvia, solitario. Corazón, de imposibles vas a llenar la noche y lograrás que caigan las estrellas como un puñado de pájaros hambrientos en el tejado de la tarde. Corazón, dios del viento, demonio que desnudas con lujuria al crepúsculo, invéntate de nuevo para que el triste beba la sangre de tu río y coma el pan de tus montañas. Thelma Nava (Ciudad de México, 1932 - Castlegar, 2019) El sediento Como el que quiere y no, como el que llora lo que nunca ha tenido y se golpea las alas desbaratando tréboles inútiles. Caminará derecho hasta su orilla, se tenderá, de lado, para que el sol así, le dé la espalda. Y si la sombra llega, si aún es tiempo, le arrebate el perfil. Escribirá un monólogo de tierra en la sombra del viento. Se hará muchas preguntas pozo negro y vacío cueva del agua, ay este inde

#2233 - OWEN: El lago

  El lago 1. Definiciones Río sin manantial ni océano; conciencia diamantina sin ayer; luciérnaga caída sobre el prado; pupila insomne; espejo celeste; flor líquida; cuna de marfil para el corro de lanchas párvulas que meces en tus brazos azules, muerto azul. 2. Adán y Eva Brazo oscuro y sinuoso, la colina ciñe (pero qué estrecho, hasta asfixiarle) la cintura de luz del lago. Tan apretadamente, que se llora pensando en que no va a poder comerse la manzana redonda de la luna, que le ofrece en la boca azul aquel arroyo serpentino. 3. Ventana Al despertar, duchazo saludable de sol y cielo y aire de la sierra, para los macilentos que aún tememos levantarnos en la ciudad asfixiados de humo y gasolina. Es también un trocito azul del lago con que adornaron nuestra celda, como con el retrato de una novia que, desde el marco, nos reprocha cada noche de ausencia. 4. Alba ¡El sol! ¡El nuevo sol! Midas que hasta las voces con que le apostrofo me las torna de oro. ¡Qué

#2232 - RIVAS MERCADO: Epílogo

  Algunos pensarán que esto no es poesía. Yo no pude resistir la oportunidad de compartirlo. Son las palabras con que concluye el Diario de Antonieta. Epílogo He decidido acabar --no lo haré aquí en el hotel para no comprometer a los que me han ayudado. Anoche vino a dejarme hasta la puerta y en su propio coche, Arturo [Pani, cónsul de México en París]. No parecía tomar en serio la afirmación que le hice de estar decidida a matarme a fin de que mi hijo vuelva a su padre, que lo educará según las costumbres de su familia burguesa. ¡Pobre Arturo! Soportó que le hiciera los más duros reproches. ¿Cómo podía ser que un hombre como él, tan decente en lo personal, se mantuviera al servicio de la pandilla de miserables que forman el gobierno de Calles en México? Por cierto que salí del Consulado presa de gran agitación. Se hallaban allí, y se apresuraron a saludarme, dos de nuestros famosos compositores populares: Tata [Nacho, Ignacio Fernández Esperón] no sé cuántos, y el otro también célebre

#2231 - PRADO GALÁN: Última suerte | Oración del hombre mortal | Insomnia | Versiones alrededor de ti

El 21 de julio pasado, en la Librería Rosario Castellanos, en México, Fernando Rivera Calderón, Adolfo Castañón, Luisa Reyes Retana, Vicente Quirarte, Alejandro González Acosta y Felipe Garrido, tributamos un homenaje al enorme poeta, ensayista, conferencista, palindromista Gilberto Prado Galán, quién falleció nueve meses antes.            Gilberto fue, y esto iluminó todos sus días, un rendido amador, un devoto enamorado, un perfecto galán que vivió entregado a su Leticia, su Leti, su mujer, la madre de sus hijas, Sofía Leticia y Verónica Eloísa, quien fue una brillante especiailsta en comunicación. De esta conmovedora historia de amorosa convivencia trata el último de sus libros, “Ella era el jardín” (Instituto Municipal de Cultura y Educación de Torreón, 2022). Escrito este libro, la vida de Gilberto quedó completa. Dos meses después, falleció. Gilberto, todos lo vimos suceder, murió de amor. Los poemas que siguen tienen otra fuente, Última suerte Hemos intercambiado nuestros nombre

PAUSA

  El escritor Felipe Garrido informó que retomará la selección diaria de poesía en torno al 21 o 22 de julio y espera que sus lectores la extrañen tanto como él.  Imagen vía Pixabay

#2230 - VILLARREAL: [SOBRE EL ESCENARIO, FRENTE AL PÚBLICO,] | [LOS OBJETOS SUEÑAN OTRO TIEMPO] | [ESTOY VIENDO UNA SILLA]

  SOBRE EL ESCENARIO, FRENTE AL PÚBLICO, el voluntario desaparece. Desaparece uno de mis calcetines y el par junto con él. Basta que un ángel esté de mal humor, que haya tenido una mala noche, que un contratiempo haya interrumpido el ritmo de su vuelo. No siempre las cosas están donde suelen estar aunque por lo general siempre las encuentres en su mismo lugar. La luna sale y el sol se pone. Sobre el escenario, a la vista de todos, el voluntario desaparece y no hay ninguna manifestación divina que se deje sentir. Las cosas, que no se han movido de su lugar, parecen no darse cuenta de tu presencia. Sin embargo, el florero --con sus flores artificiales, frente a la cama-- te observa todas las noches cómo levantas la mano y subes al escenario, siempre con la misma esperanza que se pierde con la llegada del día. LOS OBJETOS SUEÑAN OTRO TIEMPO. Un tiempo que se pasea como un pavorreal. De niño: los desfiles, los carros alegóricos, el parque Los Encinos. El tiempo pasa, y pasan los protagonis