Ir al contenido principal

Entradas

#2014 - MACHADO: El limonero lánguido suspende | GARCÍA LORCA: Serenata

  El limonero lánguido suspende El limonero lánguido suspende una pálida rama polvorienta, sobre el encanto de la fuente limpia, y allá en el fondo sueñan los frutos de oro... Es una tarde clara, casi de primavera, tibia tarde de marzo que el hálito de abril cercano lleva; y estoy solo, en el patio silencioso, buscando una ilusión cándida y vieja: alguna sombra sobre el blanco muro, algún recuerdo, en el pretil de piedra de la fuente dormido, o, en el aire, algún vagar de túnica ligera. En el ambiente de la tarde flota ese aroma de ausencia, que dice al alma luminosa: nunca, y al corazón: espera. Ese aroma que evoca los fantasmas de las fragancias vírgenes y muertas. Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara, casi de primavera tarde sin flores, cuando me traías el buen perfume de la hierbabuena, y de la buena albahaca, que tenía mi madre en sus macetas. Que tú me viste hundir mis manos puras en el agua serena, para alcanzar los frutos encantados que hoy en el fondo de la fuente sueñan....

#2013 - LIZALDE: Bellísima | Caza mayor / XIX | Caza mayor / XXIV

Bellísima Y si uno de esos ángeles me estrechara de pronto sobre su corazón, yo sucumbiría ahogado por su existencia más poderosa. Rilke, de nuevo Óigame usted, bellísima, no soporto su amor. Míreme, observe de qué modo su amor daña y destruye. Si fuera usted un poco menos bella, si tuviera un defecto en algún sitio, un dedo mutilado y evidente, alguna cosa ríspida en la voz, una pequeña cicatriz junto a esos labios de fruta en movimiento, una peca en el alma, una mala pincelada imperceptible en la sonrisa… yo podría tolerarla. Pero su cruel belleza es implacable, bellísima; no hay una fronda de reposo para su hiriente luz de estrella en permanente fuga y desespera comprender que aún la mutilación la haría más bella, como a ciertas estatuas. Eduardo Lizalde (1929-2022) Caza mayor / XIX Silla, no me engañas; estás ahí, me espías. Conoces mis debilidades, sabes lo que soy, que pienso, que camino, pertenezco a un género de bestia que necesita a ratos sentarse, que soy ...

#2012 - ROMÁN DE DIOS: Pasos de cristal, albahaca y yerba santa

  Pasos de cristal, albahaca y yerba santa A Emilio Fuego I Es el tiempo del aroma de la albahaca. Nace de mis manos el cenzontle su vuelo dibuja señales: manto de pétalos. Los ángeles rojos muestran el filo de sus alas, sus abanicos. Aroma en los pliegues de la noche. El oído despierto avanza por remolinos y puentes hasta llegar a la orilla del cielo. Ahí, arde la piel, no distingue lagarto de tigre, quetzal de guanábana porque toca con los ojos. La noche también se quema, incendia de alborozo el cuerpo. Las gotas rojas se hacen pétalos, llovizna sobre la cabellera. Del roce del silencio nace el árbol de las garzas. II Mis hombros: dos remos me llevan hasta la orilla cerca del brillo del agua sobre la roca. Desde la barca, contemplo un semblante de niña esperando la caricia de una voz, un silabeo. Albahaca y yerba santa, aromas del camino de agua. III De la orilla nacen lirios para el tacto, cenzontles, alabanzas para la lengua. Traigo luz en las manos. Me enci...

#2101 - GARCÍA MONTERO: Primer día de vacaciones | Los espejos | El lugar del crimen

  Primer día de vacaciones Nadaba yo en el mar y era muy tarde, justo en ese momento en que las luces flotan como brasas de una hoguera rendida y en el agua se queman las preguntas, los silencios extraños. Había decidido nadar hasta la boya roja, la que se esconde como el sol al otro lado de las barcas. Muy lejos de la orilla, solitario y perdido en el crepúsculo, me adentraba en el mar sintiendo la inquietud que me conmueve al adentrarme en un poema o en una noche larga de amor desconocido. Y de pronto la vi sobre las aguas. Una mujer mayor, de cansada belleza y el pelo blanco recogido, se me acercó nadando con brazadas serenas. Parecía venir del horizonte. Al cruzarse conmigo, se detuvo un momento y me miró a los ojos: no he venido a buscarte, no eres tú todavía. Me despertó el tumulto del mercado y el ruido de una moto que cruzaba la calle con desesperación. Era media mañana, el cielo estaba limpio y parecía una bandera viva en el mástil d...

#2100 - KRAUZE: ¿Recuerdas cómo era la lluvia…? | Se llama… | También nosotros hablamos de la rosa…

  ¿Recuerdas cómo era la lluvia…? ¿Recuerdas cómo era la lluvia cuando aún no nos besábamos? Era julio y el moribundo cielo se rasgaba. Nos miramos tras la reja muchas veces, antes de que el fruto se abriera. Nos subimos al puente del aroma para probar el naranjo en nuestra sed, y no saciaba. No saciaban los hielos en el vaso ni el cántaro de vino ni la miel. Nos bebíamos el filo de la lluvia en la ropa, en el paraguas, y el clamor no cesaba. Recorrimos las calles, los planetas, buscando el vértica del agua. No la hallamos. Intentamos la espuma, la neblina, el vidrio de la madrugada, las fibras del rocío, la escarcha, la vibración de la nieve… Nada. Ni una gota que calmara la fiebre. No hubo otro modo: cerramos los ojos y dejamos que el beso nos llamara. Ethel Krauze (1954) Se llama… Se llama, llama, amor, esta dulzura que pacífica enciende nuestras sienes y se vuelve voraz, mientras sostienes el temblor que revela mi cintura. Se nombra, lumbre, amor, esta locura de saber...

2099 - LÓPEZ VELARDE: La suave patria

  Ramón López Velarde (1888-1921) escribió “La suave patria” en el año de su muerte, cuando se cumplía el primer centenario de la consumación de la Guerra de Independencia. Nadie ha presentado una visión del país más rica ni más sugerente. En el sordo optimismo de los versos de López Velarde, que describen una patria entrañable y tangible, tal vez reside la fascinación creciente que este poema causa entre los lectores. Hay motivos para el desaliento, pero también para la esperanza. Hay también una nueva manera de hacer poesía: sobre los hombros de López Velarde y de José Juan Tablada se alzan todos nuestros poetas hasta este día. La suave patria Proemio Yo que sólo canté de la exquisita partitura del íntimo decoro, alzó hoy la voz a la mitad del foro, a la manera del tenor que imita la gutural modulación del bajo para cortar a la epopeya un gajo. Navegaré por las olas civiles con remos que no pesan, porque van como los brazos del correo chuan que remaba la Mancha con fusi...

#2098 - De GABILONDO SOLER, tres canciones perseguidas por la corrección política.

  Tres canciones perseguidas por los esclavos y las esclavas de la corrección política. La patita La patita, de canasto y con rebozo de bolita, va al mercado a comprar todas las cosas del mandado. Se va meneando al caminar como los barcos en altamar. La patita va corriendo y buscando en su bolsita centavitos para darles de comer a sus patitos. Porque ya sabe que al retornar toditos ellos preguntarán: ¿Qué me trajiste, mamá cuac cuac? ¿Qué me trajiste cua-ra cuac-cuac? La patita, como tú, de canasto y con rebozo de bolita, como tú, se ha enojado, como tú, por lo caro que está todo en el mercado. Como no tiene para comprar se pasa el día en regatear. Sus patitos van creciendo y no tienen zapatitos, y su esposo es un pato sinvergüenza y perezoso que no da nada para comer. Y la patita, ¿pues qué va a hacer?, cuando le pidan, contestará: ¡Coman mosquitos, cua-ra cuac-cuac! Cri-Cri Francisco Gabilondo Soler (1907-1990) El ropavejero Ahí viene el tlacuache ca...